Uruguay: un país estable

 

Se dice que América Latina es una región con desigualdades  y con mucha inestabilidad, tanto política como social. pareciera ser uno de sus males endémicos. Pero en ese mapa, Uruguay aparece como una de las tres mejores democracias de América Latina y el Caribe, es decir, un país estable.

Desde luego, la democracia uruguaya ha conocido épocas mejores y peores y ha vivido también terribles dictaduras y periodos de mucha inseguridad durante el siglo XX. De todos modos, en términos generales, en el continente de las dictaduras, la uruguaya es una democracia plena. 

¿Por qué? ¿Qué hace a Uruguay tan diferente del resto de la región? 

A principios del siglo XX, Uruguay tenía condiciones estructurales económicas bastante favorables para consolidar la democracia. En el 1900, Uruguay ya no era un país pobre, es más, su PIB per cápita era similar al de Bélgica o Dinamarca. 

Por otro lado, los expertos admiten que la homogeneidad de la población favorece la democracia y Uruguay cumple claramente con esa condición lo que le da a su población un sentir de unidad.  

Pero más allá de estas condiciones, la clave de la estabilidad uruguaya parece estar en que su sistema político ha hecho un esfuerzo sistemático por aprender y mejorar sus prácticas. Los intelectuales y expertos han sido cruciales para cuestionar los aciertos y los errores de las políticas. 

 

La democracia uruguaya aprendió tempranamente a resolver problemas políticos delicados como , por ejemplo, la distribución del poder entre mayoría y minoría. El primer paso fue el acuerdo entre los dos grandes partidos históricos (el Partido Colorado y el Partido Nacional) para encontrar formas pacíficas de distribución del poder dejando atrás décadas de guerras civiles. El equilibrio entre Gobierno y oposición ha sido clave para la instauración de la democracia y Uruguay ha encontrado fórmulas que funcionan y que hacen que el sistema nunca se tambalee más de lo necesario.  Además, los partidos políticos en Uruguay son estables e incluso las nuevas formaciones se integran a las viejas estructuras y conviven tranquilamente.

Otro de los grandes aprendizajes de la política uruguaya es que logró un buen balance entre política y técnica una vez que se restauró la democracia, en 1985. Las mejores democracias son las que logran equilibrar sensibilidad y responsabilidad, lo urgente con lo importante, el clamor ciudadano con las advertencias de los especialistas, y Uruguay pareciera que eso ha aprendido a hacerlo muy bien. 

Por último, algo más que puede ayudar a entender el éxito de la democracia uruguaya es que la democracia directa complementa a la  representativa de modo que la ciudadanía siente que realmente decide. La utilización de mecanismos de democracia directa ayuda a canalizar el descontento que puede, y suele existir, respecto a decisiones de gobierno, políticas públicas o situaciones específicas.  

Si bien la democracia uruguaya está lejos de ser perfecta y hay muchos desafíos por delante,  lo que sí parece cierto es que está dispuesta a enfrentar esos retos y ha entendido que  estabilidad y cambio no son opuestos sino principios complementarios. 

Si estás buscando un lugar tranquilo y estable, este es tu país.

 

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