
Estos establecimientos llamados haras, especializados en la cría de caballos árabes y purasangres se han volcado a actividades relacionadas buscando una mayor rentabilidad económica, como convertirse en centros de entrenamiento o espacios turísticos que reciben muchos extranjeros, en especial europeos que llegan a veranear a los balnearios cercanos.
Según el Stud Book Uruguayo (creado para registrar y autenticar las procedencias de las razas de caballos de carrera), en Maldonado existen 15 de los 250 haras de pura sangre que hay en todo el país. Allí nacen alrededor de 1.600 caballos de esa raza por año. En cuanto a los caballos árabes, según la Sociedad de Criadores de Caballos Árabes del Uruguay, se registran alrededor de 400 nacimientos por año. Para tener una idea, la cría de un solo potrillo pura sangre y su mantenimiento hasta el año y medio de vida puede llegar a costar no menos de 5.000 dólares.
A Carolin Mallmann siempre le gustó el campo y el mar. Nació en Austria, vivió y estudió en Uruguay, siguió preparándose en el exterior y luego volvió para instalarse en José Ignacio. Allí, sobre el kilómetro 183.5 de la Ruta 10, fundó Haras Godiva, un establecimiento que comenzó como haras, pero que hoy funciona como un club ecuestre, certificado como tal en 2018 por la Federación Uruguaya de Deportes Ecuestres.
Mallmann encontró ese terreno de 10 hectáreas y lo imaginó como si fuera su futura casa. “Se enamoró del lugar. En ese momento no había nada, era ella y un par de casas más, pero le vio potencial”, cuenta la administradora del haras, Paulina Morales.
Mallmann comenzó su emprendimiento con un caballo árabe que hoy tiene 16 años y sigue viviendo en el lugar. Con el paso del tiempo, la cría de animales dejó de ser el centro de actividades del haras y en 2005 incorporaron cabalgatas guiadas por la playa, para jinetes socios y turistas, y comenzaron con el entrenamiento de caballos deportivos de adiestramiento o dressage. “Carolin nunca había hecho adiestramiento”, asegura Morales. Por eso fue que comenzó con las clases, muy de a poquito, hasta convertirse en una destacada competidora de la disciplina.
En Haras Godiva, el personal tiene que ser amante de los caballos. “Si no les gustan, no aguantan. Es una tarea full time. Tenés horario, por supuesto, pero si el caballo está enfermo, tenés que estar, y si te gusta es mucho más fácil”, explica la administradora.
Los equinos de esta disciplina se empiezan a domar a los tres años y medio o cuatro; se montan seis días a la semana y tienen un día de descanso. Están los que duermen adentro (en boxes) y durante el día se mantienen en piquetes individuales eléctricos con bebederos, y los que viven afuera todo el año. Todos cuentan con un plan sanitario controlado por un veterinario, y son alimentados a ración, pastura y alfalfa.
Hoy cuentan con 27 equinos, 12 para cabalgatas y 15 para entrenamiento. Hay uruguayos y brasileros, lusitanos, hannoverianos y mestizos. De allí salieron destacados ejemplares como Desordeiro Interagro, ganador de la categoría preliminar del Campeonato Nacional de Adiestramiento y Paraadiestramiento 2019, y Hamilcar Interagro, ganador de la categoría mediana del mismo campeonato.
Allí también funciona un pensionado y venta de equinos ya entrenados. “Los socios nos llaman, les preparamos su caballo y se van a pasear a la playa solos”, cuenta. Actualmente tienen una yegua y un macho que están enseñando y preparando para venderlos en cifras que pueden comenzar en los 30.000 dólares.
Hoy, y luego de 10 años de estar viviendo allí, la austríaca con nacionalidad uruguaya cambió su punto de residencia: se casó con un argentino y se mudó a su país. Sin embargo, todas las vacaciones y al menos una vez al mes, Carolin vuelve a visitar a sus caballos en José Ignacio.